El pasado 1 de febrero, el Gobierno de los EEUU decidió romper unilateralmente el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF por sus siglas en inglés), firmado en 1987 entre EEUU y la URSS. Un día después del anuncio de Trump, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, anunció también la retirada de este país del dicho tratado.
La firma de este documento data del 8 de noviembre de 1987, cuando el presidente de los EUA, Ronald Reagan, y el secretario general del PCUS, Mijaíl Gorbachov, procuraban reducir las tensiones entre las dos potencias. Este tratado convenía la no proliferación de armas nucleares de alcance medio (entre 500 y 5.500 km) y su progresivo desmantelamiento. Tales armas tenían la capacidad de llegar desde la URSS a cualquier país de Europa occidental e incluso a la costa occidental estadounidense, y viceversa.
Desde el año 2013, las distintas administraciones estadounidenses vienen acusando a Rusia de hacer pruebas con un misil que incumple los acuerdos del pacto. Según la versión norteamericana, ya el gobierno de Obama había intentado, a través de la diplomacia, que lxs rusxs no continuaran su desarrollo, mas el misil finalmente está operativo desde el año 2017. Lxs rusxs niegan esta acusación y alegan que lxs estadounidenses prueban lanzaderas móviles y drones con características semejantes a los misiles prohibidos por el tratado.
El INF marcó un punto de inflexión clave hacia distensión entre las dos superpotencias. Este histórico pacto permitió las inspecciones militares mutuas y supuso la eliminación de 2.692 misiles: 846 por parte de los EUA y 1.846 por parte de la Unión Soviética, el día que finalizaba la aplicación del tratado, el 01/06/1991. Así pues, de hacerse realidad la ruptura definitiva de este tratado, podrían agudizarse los conflictos ya existentes (Yemen, Siria…) y provocar otros nuevos, cuyas consecuencias previsiblemente acabará sufriendo la población de terceros países que no tienen ningún tipo de responsabilidad en esa lucha de poder entre las potencias. Al mismo tiempo, el tremendo impacto ecológico que la fabricación, el lanzamiento y la detonación de estos misiles causa, no contribuirá más que a agravar la situación ambiental del planeta. Restan 6 meses para poder presionar a los gobiernos correspondientes y que tanto Rusia como EEUU modifiquen su posición hacia una salida responsable.
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