COP25: UNA NUEVA OPORTUNIDAD PERDIDA

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El pasado 15 de Diciembre, tras una prórroga de 2 días, cerró la XXV Conferencia de los países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) que resultó ser, una vez más, una oportunidad perdida para atajar el problema climático actual. Se consiguió, tras unas duras negociaciones, un acuerdo de mínimos para salvar el Acuerdo de París, que no responde a las demandas expuestas por la sociedad civil y la comunidad científica.

El documento aprobado in extremis con el nombre de “Chile-Madrid, tiempo de actuar” salva a la COP25 del fracaso absoluto. El texto recalca «la necesidad urgente de mantener el  aumento de la temperatura media global a muy por debajo de 2°C por  enzima de los niveles  preindustriales» y habla  de «realizar esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5ºC». Sin embargo el texto sigue sin concretar medidas reales y simplemente anima a los países a presentar compromisos renovados al alza en el 2020, antes de la Cumbre de Glasgow. En esta Cumbre, solo 84 países se comprometieron a presentar planes más drásticos contra las emisiones de cara a 2020.  Siendo, gigantes como EEUU, China, Rusia o India los principales bloqueadores a la hora de avanzar el compromiso para recortar los niveles de contaminación.

Entre los principales escollos para llegar a un acuerdo, se encontraba el famoso artículo 6 del Acuerdo de París, instrumento que servirá para regular los futuros mercados de carbono globales. La cuestión principal era como contabilizar y gestionar esos mercados, de una manera que evite dobles contabilidades o desniveles entre los países. Varios países se negaron a aprobar ningún acuerdo sobre este artículo sin tener garantizadas contrapartidas en forma de financiación.

En un contexto de tibieza  para afrontar un problema global y urgente, se consiguieron avances en algunas materias. El acuerdo crea, por vez primera herramientas para que una parte del presupuesto del Fondo Verde pueda ir destinado a dar solución a los daños materiales y económicos que tienen su origen en los fenómenos climáticos extremos, en los países más vulnerables. El Fondo de Adaptación logró movilizar un total de 89 millones de dólares durante esta Cumbre, lo cual queda lejos del objetivo marcado de 100.000 dólares por año. Además, como novedad, se incluyó un Plan de Acción de Género para que los países incluyan la variable del género en sus políticas climáticas.

La COP25 será recordada no por sus negociaciones, sino por el escaparate que fue para las tranasnacionales y, sobre todo, para aquellas ligadas a los combustibles fósiles. Desde la sociedad civil denunciamos que entidades como Iberdrola, Endesa, Volkswagen o el Banco Santander (una de las entidades financieras del mundo que más financia el carbón) hicieran uso de la Cumbre para lavar de verde su imagen. Las últimas dos semanas mostraron la brecha que existe entre los poderes fácticos y la sociedad civil después de que la ONU expulsara del IFEMA a un centenar de  observadorxs, por haber organizado una protesta, el pasado miércoles 11. Frente a la continua presencia de lxs empresarixs la población tuvo escasa o nula presencia en la Cumbre oficialista.

Como sociedad civil organizada, mostramos al oficialismo nuestra respuesta política y social frente a la agenda oficial de la Cumbre. A lo largo de más de 350 actividades y gracias a la participación de más de 300 organizaciones de diversa índole, denunciamos como la COP25 dilatará aún más los tiempos para conseguir nuevos compromisos que resulten en medidas reales para el mantenimiento  de la temperatura global por debajo de los 1,5º C.

Más información:

Cumbre Social Por el Clima

COP25

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