El día 25 de enero, en Brumadinho, municipio de Minas Gerais (Brasil), rompió una de las represas de residuos de una mina de hierro propiedad de la empresa Vale1. Este accidente supuso la muerte de, al menos, 197 personas, y 111 más desaparecidas2, la mayoría de las cuáles eran trabajadoras de la mina. Los lodos derivados de la rotura inundaron el Río Paraopeba, uno de los afluentes del São Francisco, con el consiguiente impacto ambiental en las especies que en él habitan3.
La responsabilidad por esta nueva tragedia humana y ecológica está siendo discutida. Por el momento, el presidente de la compañía fue obligado a renunciar a su cargo —sin aceptar culpa alguna4—, mas la legislación medioambiental de Brasil es, sin embargo, laxa5.
El caso de Brumadinho es uno más del infinito listado de casos en los que las compañías mineras, en su mayoría trasnacionales con gran volumen de negocio, encuentran pocas trabas burocráticas en o que atañe a su gestión laboral y medioambiental, en especial en los países empobrecidos. El objetivo de maximizar beneficios a toda costa provoca que estas empresas inviertan lo mínimo posible en la seguridad de sus instalaciones6 con las consiguientes consecuencias catastróficas. Esto tiene como resultado alrededor de 12.000 trabajadorxs muertxs al año en las minas de todo el mundo7, la pérdida de formas de vida tradicionales, la expropiación forzosa de tierras, la violación continua de derechos humanos en diversos planos, el aumento de la corrupción o la expulsión de los pueblos de su tierra8. Medioambientalmente, el resultado suele ser la pérdida de biodiversidad, la contaminación de aguas superficiales y subterráneas, la contaminación del suelo, la perturbación de los cursos fluviales, etc.
La globalización capitalista provoca y precisa de un abastecimiento constante de materias primas, necesarias para la fabricación de toda clase de bienes de consumo, que son extraídas de la manera más económica posible. Así, las compañías mineras tratan de operar dónde les interese —frecuentemente en regiones empobrecidas— de la forma más eficiente posible, sin tener apenas en cuenta implicaciones humanas, medioambientales o éticas. El paradigma capitalista es la extracción ilimitada, low cost y a cualquier coste, de minerales limitados. Así pues, la minería responsable y sostenible se convierte en una vía imposible y las catástrofes humanas y medioambientales se transforman en una constante. Así pues, en este marco, la lucha social y la creación de un tejido social activo que construya alternativas al modelo actual se convierten en herramientas de carácter crucial.
1https://www.publico.es/internacional/brasil-rotura-presa-brasil-deja-34-muertos-cerca-300-desaparecidos.html
2https://g1.globo.com/mg/minas-gerais/noticia/2019/03/08/sobe-para-197-o-numero-de-mortes-confirmadas-na-tragedia-da-vale-em-brumadinho.ghtml
3https://ejatlas.org/conflict/vale-tailingsdamfailure-brumadinho-minasgerais
4https://www.efe.com/efe/espana/economia/el-presidente-de-la-minera-vale-renuncia-presionado-por-tragedia-con-186-muertos/10003-3913990
5https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201903061085921899-tragedia-de-brumandinho-empresa-vale-corrupcion-en-el-estado/
6https://outraspalavras.net/outrasmidias/brumadinho-a-tragedia-da-dependencia-economica/
7https://www.reuters.com/article/us-labour-mining/fatalities-go-unrecorded-in-mining-industry-experts-idUSTRE69A1O020101011
8https://movimientom4.org/2018/04/mineria-en-mexico-un-despojo-legalizado-a-la-propiedad-social-expropiacion-ocupacion-temporal-y-servidumbres/
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